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domingo, 2 de septiembre de 2012

La política de lo posible, Alain Badiou y el fraude a la democracia Parte I

Texto publicado originalmente en Replicante el 17 de agosto del 2012:

http://revistareplicante.com/la-politica-de-lo-posible/


Y volver, volver, voooooolver, a tus labios otra vez…
—Fernando Z. Maldonado

 

2 de julio del 2012: El despertar

Los mexicanos se despertaron el 2 de julio de este año con la buena nueva de que el famoso cuento de Tito Monterroso1 se reencarnaba con la vigencia de los oráculos incontestables: en efecto, el obstinado dinosaurio no sólo estaba ahí, sino que tranquilamente empolvaba su nariz para sonreír a las cámaras. Al parecer nuestra excelsa democracia nos devuelve, después de un entremés, un gobierno con los colores y virtudes del partido que durante siete décadas nos enseñó que “políticas públicas” y “justicia social” son conceptos equiparables a los de corrupción, cinismo y complicidad. Por lo demás, pese al dramatismo, el cambio no es tan radical. Durante los doce años de gobierno del partido que consumó la “alternancia” los mexicanos aprendimos que más allá de su tono conservador y reaccionario, el Partido Acción nacional (PAN) tiene talento para alternar sobre todo la banalidad, la irresponsabilidad y el autoritarismo de cuño propio. Por otro lado, en el momento de escribir esto se encuentra en proceso la impugnación de las elecciones presidenciales por parte de una coalición auto-denominada “las izquierdas”. Interesante apelativo para resaltar el pluralismo. Es una lástima que la principal estrategia de pluralidad en estas corrientes “progresistas” consistiera en la plural exclusión de cualquiera cuya perspectiva implicara criticar la candidatura de Andrés Manuel López Obrador. Es decir, sólo se es plural y democrático en la medida en que se coincide con la misma pluralidad que postula al candidato; de otra forma se puede ser fascista, reaccionario, extremista, purista, sectario, pero jamás democrático o plural.


Democracia mexicana: democracia virginal

Así pues, el panorama político de México parece estar signado por el eterno retorno de los mexicanos a los labios del autoritarismo. En un golpe de boomerang las virtudes de nuestra democracia nos han llevado a un punto que muchos consideran una regresión en nuestro avance democrático. Sin embargo, la democracia mexicana —sus árbitros, sus jueces, sus partidos, sus gobiernos locales y federales, sus ámbitos de deliberación social― no carecen de defensores. El consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), Leonardo Valdés Zurita, haciendo gala de una fina dosis de humor e ironía, nos espetaba el mismo 1 de julio del 2012: “México tuvo una jornada electoral ejemplar, participativa, pacífica y realmente excepcional. Hoy vivimos la democracia con absoluta normalidad y tranquilidad; hemos consolidado nuestra democracia electoral”. Como vemos, nuestras autoridades están empeñadas en convencernos de que aunque la democracia mexicana no es un sistema perfecto (pues la modestia es una virtud que no debemos perder), ddfsí que es un sistema loable y efectivo en su capacidad para efectuar elecciones impolutas, de limpidez equiparable a las almas de los neonatos y perfectamente capaces de llevar la voluntad política del pueblo a los órganos de gobierno.

 

La política del universo cerrado

Aunque menos explícitas, existen muchas más muestras de defensa de esta cultura política y democrática. La propaganda con que se inunda a la sociedad mexicana en el periodo anterior a las elecciones, las campañas de educación cívica en las escuelas y la defensa a ultranza en los medios de comunicación de los valores democráticos ―tolerancia, pluralidad, respeto a las instituciones jurídicas y al Estado de derecho― forman parte de un esquema de adoctrinación que lleva varias décadas de campaña no sólo en nuestro país sino en el mundo entero. En este discurso la “política” no sólo indica los mecanismos para llevar a cabo procedimientos electorales funcionales, sino que, como sugiere Marcuse,2 define y cierra el significado del concepto de democracia y de política a esos procedimientos y valores funcionales, que se imponen desde un sistema capitalista que incluye al mismo aparato electoral.
El resultado es que esta doctrina termina por no circunscribirse a las dinámicas de las instituciones encargadas de hacer funcionar los procedimientos de elección de los representantes, a los anuncios del IFE y a las propagandas de los partidos, sino que se expande a lo que la gente piensa sobre la idea misma de política y democracia. En este universo cerrado amplias capas de la sociedad terminan por excluir a cualquier otro tipo de política que se aleje de ese patrón. De hecho cualquier otro significado de política se vuelve no sólo objetable sino impensable; acaso, con suerte, censurable.

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Notas
1 Augusto Monterroso (1921-2003) fue un escritor guatemalteco que le cobró un enorme cariño a nuestro país. Maestro del relato breve escribió lo que hoy con frecuencia se conoce como el cuento más corto del mundo. Éste es el cuento de talante profético al que se hace referencia en este ensayo y que se puede consultar en sus Obras completas, p. 75.
2 Herbert Marcuse, El hombre unidimensional, capítulos 2 y 4

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