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sábado, 14 de septiembre de 2019

Allende, siempre Allende

Allende: siempre Allende




El 11 de septiembre está marcado en la memoria de los pueblos que luchan por su liberación. En esa fecha en 1973, un artero golpe de Estado patrocinado por los Estados Unidos asesinó no sólo al presidente chileno Salvador Allende, sino a la esperanza de un pueblo que como pocos intentaba un camino distinto confiando en su dignidad y fuerza. Es un episodio imprescindible para las generaciones que le seguimos. Hace años publiqué un cuento sobre ese funesto día: con mis pobres aparejos literarios, que bien poca justicia le hacen a la figura del expresidente chileno, escribí sobre el dolor de entonces: sobre la poesía y la rebelión de ahora. Quien quiera leer dicho cuento puede seguir el siguiente enlace:  https://bit.ly/2kvbEra 

Mucho más importante, es escuchar al propio Salvador Allende al menos cada 11 de septiembre. En el enlace que acompaña este texto se reproduce uno de los discursos más hermosos que dio. No es que esté de acuerdo en todo lo dicho por Allende en esa ocasión que habló en la Universidad de Guadalajara. No creo particularmente ni en la unión de Latinoamérica ni en México ni en la juventud que ambiguamente defiende Allende. Los latinoamericanos se han matado entre ellos tan frecuentemente como los europeos o los africanos; México es un país fundamentalmente clasista, racista e injusto; y la juventud de José Saramago no fue óbice para ser un ejemplo de combatividad. En todo caso, la posibilidad de la crueldad y la belleza están tan equitativamente distribuidas entre pueblos, continentes, sexos y edades que adoptar alguna etiqueta como una forma de orgullo narcisista es sólo un error de pensamiento y sobre todo un truco para saciar nuestra --no siempre justificada-- necesidad de pertenencia. 

En el fondo, no creo que haya nada especialmente defendible en la “substancia” mexicana, que la haga tan distinta de la “substancia” chilena, latinoamericana, eslava o nepalés. “Pa pronto”: me parece que, al menos en últimas fechas, esas substancias nacionales sirven más para las chelas, los cuetes y los gritos destemplados de septiembre que para una conformación política que luche por la justicia.
  
Sin embargo, este discurso de Allende es especialmente importante porque en él se enarbola una crítica a los universitarios que olvidan la responsabilidad social que cualquiera debe tener, pero que es aún más necesaria hablando de gente que tiene la oportunidad de acceder a espacios de educación superior. 
Allende habla de la necesidad de la conciencia social en un país en que las universidades cada vez excluyen en mayor número a los que menos tienen. Esta exclusión es hoy en día aún peor. También es importante ese discurso que desde el marxismo se acerca al mensaje de Cristo cuando éste echa a los mercaderes del templo. Un discurso que necesitamos urgentemente en un México en que el Estado parece escuchar más a los “Concejos asesores” de los empresarios más poderosos del país que a las necesidades del pueblo. Un país en que el presidente invita a los mercaderes a la rueda de prensa mañanera para contar con su espaldarazo al gobierno, como pasó con Carlos Slim Helú (¿en serio no hay nadie que se indigne que en un país con una de la mayores desigualdades del mundo, viva el hombre más rico del mundo?). 

Salvador Allende tiene mucho que enseñarnos aún desde su historia golpeada, contradictoria y trunca.

Si te interesó este texto, puedes leer el cuento 11 de septiembre: el golpe.




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