De carnitas y otras demagogias
Suelo
creer que es saludable evitar las tonterías del chismorreo mediático,
pero a veces es imposible. Recientemente, la senadora de MORENA Jesusa
Rodríguez, en un arranque de abuso gastronómico de la Historia, declaró
que cada que comemos tacos de carnitas "celebramos la caída de
Tenochtitlán”.
Por
supuesto, la morenista ignora que una verdadera “celebración” tiene un
carácter social, ritual y dinámico que la sustrae del vértigo de lo
cotidiano; de otra forma, deja de ser justo eso: una celebración. Si la
gente celebra los quince años es porque son excepcionales: su
significado es singular. Tal y como son singulares los cumpleaños, el
día de la independencia, la celebración de los Santos Patronos o los
carnavales: usted no encuentra ninguna de esas celebraciones en cualquier
puesto de la esquina. Si hubiera que hacerle caso a la folclórica
antropología de la insigne senadora, no hay razón para no concluir ―en
estricta lógica Jesusaiana― que,
así como cada mordida a un taco de carnitas celebra la caída de la
ciudad mexica, cada que hablamos castellano también “celebramos” la
matanza de decenas de miles de mexicas, totonacas o mixes. Es más, en
estricta lógica de “reina chula”, y dado que nuestra cultura siempre
mezcla elementos prehispánicos y españoles, me pregunto si los mexicanos
tendríamos alguna actividad cotidiana en la que no “celebremos” algún
crimen de la Conquista.
Mucho
más importante, en el fondo del no pensamiento de la morenista campea
el mito del indígena inocente y siempre aplastado por el conquistador:
la eterna victimización de los pueblos prehispánicos. Como si la mayor
parte de los ejércitos conquistadores no hubieran estado conformados por
indígenas (tepoaltecas
y tlaxcaltecas, por ejemplo) hartos de los abusos del imperio mexica.
Más aún: ahora resulta que fueron los españoles los que trajeron una
cultura violenta que hasta en la dieta dejó inscrita su impronta. Como
si los mexicas y el resto de las culturas precolombinas hubieran sido
una bella confederación de hippies que rechazaran toda forma de
violencia y no poblaciones poderosas y muchas veces expansionistas como
los imperios de cualquier otra latitud en el mundo. Aunque a algunos les
pueda parecer incómodo aceptarlo, es dudoso que los mexicas
convencieran exclusivamente con su palabra y poesía a los pueblos
subordinados para que les rindieran tributo. In xochitl in cuicatl,
la flor y el canto, no impidió que los territorios indígenas fueran,
desde antes de la llegada de los españoles, escenarios de sanguinarias
conquistas y reconquistas entre los distintos pueblos que los habitaban.
En todo caso, si en esos errores andamos de encontrar en la Historia lo que somos como mexicanos, un mínimo de rigor nos tendría que llevar a aceptar que estamos conformados por nuestros ancestros españoles tanto como por nuestra raíz indígena, y que ni todo lo malo ni todo lo bueno nos vino de una u otra herencia. Parece una verdad de Perogrullo, pero aceptar lo anterior sin resentimiento ayudaría no poco. ¿No será hora de dejar de hablar de los españoles violentos, malolientes y asesinos que aplastaron a los limpios, bondadosos y siempre puros indígenas? ¿No será hora de aceptar que esos asesinos peninsulares también son parte de nuestra ancestral cultura?
En todo caso, si en esos errores andamos de encontrar en la Historia lo que somos como mexicanos, un mínimo de rigor nos tendría que llevar a aceptar que estamos conformados por nuestros ancestros españoles tanto como por nuestra raíz indígena, y que ni todo lo malo ni todo lo bueno nos vino de una u otra herencia. Parece una verdad de Perogrullo, pero aceptar lo anterior sin resentimiento ayudaría no poco. ¿No será hora de dejar de hablar de los españoles violentos, malolientes y asesinos que aplastaron a los limpios, bondadosos y siempre puros indígenas? ¿No será hora de aceptar que esos asesinos peninsulares también son parte de nuestra ancestral cultura?
La
Conquista era inevitable, pues de no haber sido los españoles habrían
sido los ingleses, los holandeses, los franceses o cualquier otro
europeo los que la llevaran a cabo. Aceptar su inevitabilidad no cambia un ápice el martirio infligido a las comunidades nativas, pero permite entender que la Historia de la humanidad no conoce inocentes. Todos los imperios expresaron distintas formas de explotación y desdén hacia los territorios conquistados, eso incluye a los imperios asesinos que ya
existían entre los indígenas antes de la conquista. Además, sin la
conquista no sólo no habría matanza colonial, sino tampoco tendríamos ni
Juan Ruiz de Alarcón ni Sor Juana Inés de la Cruz ni Emiliano Zapata ni
el México mayoritariamente mestizo y racista en el que vivimos. Los
cerdos de las carnitas los trajeron los españoles; también esta bella
lengua con la que usted lee y yo escribo.
Finalmente,
no pocas veces sospecho que posiciones como la de Jesusa Rodríguez lo
único que buscan es abusar de la Historia para distraer de los
atropellos que hoy en día siguen sufriendo las comunidades indígenas.
Atropellos como los del despojo de la hidroeléctrica en Huexca,
el tren maya, el corredor transístmico, las explotaciones mineras, etc.
Todos ellos son planes orquestados por el partido político al que
pertenece Jesusa. Al parecer, a esta gente le encanta distraer la
atención con el uso ridículo de la Historia para justificar el uso
depredador de la política.
Así
pues ¡No haga usted caso de la demagogia de los políticos!: cada que
usted se come un taco de buche, de barriga o chamorro no está celebrando
más que la alegría íntima de su estómago ante tal delicia. ¡Apárteme
dos de nenepil para el huequito!
Nota de Regeneración:
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