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viernes, 1 de abril de 2011

Ciencia vs. guerra contra el narco… o a quién gritarle “No más sangre” (III y último)

Texto publicado originalmente en Emeequis el 9 de Febrero del 2011. 

“Yo he estimado estadísticamente que la prohibición de drogas produce,
en promedio, 10 mil homicidios por año. Es un problema moral el
que el gobierno vaya por ahí matando 10 mil personas” [1]

Milton Friedman,
Nobel de Economía 1976



El traje nuevo del emperador es uno de mis cuentos favoritos. Un par de maleantes ofrece al emperador fabricar un espléndido traje que tiene la maravillosa virtud de ser invisible a todo aquel que fuera irremediablemente estúpido. Ante el temor de ser considerados como tales, el emperador, su corte y toda la gente que lo ve pasar alaba el prodigio y elegancia del inexistente traje. La irreverencia de un niño es la única que se atreve a gritar que el emperador va desnudo. La multitud, poco a poco, pregona las miserias y la necedad del encuerado emperador.

Cuando Hans Christian Andersen escribió este cuento infantil no sabía que habría un presidente mexicano con una férrea vocación de nudista. En las dos primeras partes de esta serie argumenté que la evidencia científica disponible explica cómo la política gubernamental contra el narcotráfico ha producido la sangrienta ola de violencia que actualmente vive el país. Múltiples estudios desde hace años, acreditadas voces hoy en día y montones de cadáveres en las calles, denuncian la ineficacia de la política de guerra contra el tráfico ilícito de drogas puesta en marcha por Felipe Calderón desde 2006. Por desgracia, parece que ningún ejército de niños valientes vociferando la desnudez del presidente puede sacudirlo de su fe en la elegancia de sus vestidos; por el contrario, lo más seguro es que los niños sean despedidos.


Pero hay que ser justos con la originalidad del gobierno mexicano. La guerra contra las drogas es solamente el extremo de un amplio espectro de políticas de prohibición de drogas impuesto por el gobierno estadunidense y la ONU en todo el mundo. Desde hace más de 40 años las Naciones Unidas, como diligentes acólitas del imperio, han promovido este tipo de políticas con la firma de varios convenios en 1961, 1971 y especialmente en 1988. En esos convenios, 173 países, entre ellos México, se comprometen a endurecer sus medidas para erradicar el consumo, la producción y el tráfico de drogas.

El rotundo fracaso de estas políticas en las últimas cuatro décadas ha llevado a que su rechazo se extienda entre los gobiernos preocupados por el bienestar de sus ciudadanos. Muchos países han encontrado formas de atender los problemas derivados de la narcodependencia y el tráfico de drogas, sin atentar explícitamente contra el régimen de prohibición impuesto por Estados Unidos, pero sin sumergir a sus sociedades en la debacle de guerras contra el narco.

Holanda es quizá el ejemplo más conocido. Aunque formalmente el consumo de estupefacientes en este país es ilegal, el gobierno holandés permite el consumo de cannabis en cafés regulados, atiende los problemas de adicción de los usuarios sin considerarlos criminales, y lejos de implementar políticas de persecución mantiene una discreta línea de tolerancia hacia el uso de drogas. Aunque menos formales, sistemas de regulación parecidos funcionan, por ejemplo, en Alemania, España e Italia. El resultado de dichas políticas de tolerancia en ningún caso ha sido un aumento de problemas derivados de la narcodependencia o el narcotráfico; por el contrario, normalmente el consumo de drogas, el tráfico y la violencia asociada a éste han resultado mucho más manejables.

Uno de los ejemplos más espectaculares es el de Portugal. En octubre del año 2000 se erradicaron las sanciones penales a la posesión de todas las drogas y se introdujeron comités de disuasión para atender las narcoadicciones. Hoy en día Portugal goza de una de las tasas más bajas de consumo en drogas clave, como marihuana y anfetaminas; el consumo de otras, como la heroína, ha disminuido radicalmente. La violencia relacionada con el tráfico de drogas es mucho menor; todo, sin necesidad de invadir las calles con policías y militares [2].

Ante tanta evidencia, parece inentendible que el gobierno de Felipe Calderón sea uno de los pocos que se aferran al extremo más agresivo de las políticas de prohibición de las drogas. La explicación más probable reside en el hecho de que la política de prohibición –y su versión extrema de guerra contra las drogas– desde siempre ha estado acompañada por una ideología de satanización exacerbada de las mismas: las drogas son enemigos, demonios que nos acechan para sumirnos en el oprobio, la violencia, la miseria y la desesperanza absolutas.

Políticos de todos los colores, liberales, socialistas, conservadores, fascistas, comunistas, ecologistas han culpado a las drogas a lo largo de la historia de todo tipo de males como el robo, la simulación, el fraude, el rapto, las violaciones, la delincuencia juvenil, la pereza, la promiscuidad sexual, la irresponsabilidad, el fraude, etcétera. Las drogas ofrecen la ventaja de ser un demonio a culpar de todos nuestros males posibles; además, son un excelente pretexto para unificar fuerzas en cruzadas que den legitimidad a los gobiernos que la necesiten.

El sexenio de Felipe Calderón empezó con una estela de franca debilidad. Un gran porcentaje de mexicanos considera que llegó al poder en medio de campañas ilegítimas y sospechas –para muchos certezas– de fraude electoral. El desarrollo ulterior de dicho gobierno ha estado marcado por fracasos en todos los frentes de la administración pública. Ante una situación tan apremiante es comprensible, pero no justificable, que un gobierno de esta naturaleza necesite un demonio al cual culpar y una guerra qué pelear para asegurar su permanencia en el poder, a costa, incluso, de la muerte de más de 34 mil mexicanos.

Christian Andersen nos cuenta que el emperador del traje invisible “se inquietó ante el clamor del pueblo de su desnudez pues barruntaba que el pueblo tenía razón; mas pensó: ‘Hay que aguantar hasta el fin’. Y siguió más altivo que antes; y los ayudas de cámara continuaron sosteniendo la inexistente cola”. Felipe Calderón y su gobierno parecen dispuestos a caminar desnudos en medio de los reclamos, así tengan que nadar en un río de sangre. Sus intereses en el poder los inmunizan contra toda evidencia.

No más sangre.


[1] “I have estimated statistically that the prohibition of drugs produces, on the average, ten thousand homicides a year. It’s a moral problem that the government is going around killing ten thousand people”: Friedman en una entrevista durante el Foro Americano sobre Drogas celebrado en 1991.

[2] El lector interesado puede leer el artículo en el que analizo con detalle el caso de Portugal en: http://www.m-x.com.mx/2010-11-17/caso-portugal-descriminalizar-las-drogas-si-ayuda-a-combatir-al-narcotrafico/


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1 comentario:

  1. No usaría a Milton Friedman como autoridad, fundador de la escuela de los Chicago Boys y fiel creyente de las leyes del libre mercado, y figura emblemática del neoliberalismo. Hay que tener cuidado con las estadísticas, ya que pueden haber muchos errores metodológicos. En fin Milton Friedman me genera aversión (opinión personal).
    Pues sí, a como yo lo entiendo como es difícil demostrar causalidad en las ciencias sociales entonces es bueno recurrir a estudios comparativos en otros países y periodos históricos distintos. Ésta siempre me ha parecido una estrategia muy buena para argumentar.
    La otra cosa que no mencionas es que suponiendo que la guerra pudiera funcionar, esto sólo sería sino hubiera corrupción pero como las autoridades están coludidas a diferentes niveles con los criminales, me parece casi como darse un balazo en el pie. ¿No crees?
    No se si leiste un análisis en la revista de Rolling Stones sobre la guerra contra las drogas. Tocan puntos similares, pero su texto es mucho más largo. http://www.rollingstone.com/politics/news/how-america-lost-the-war-on-drugs-20110324 A ver que te parece. El otro aspecto que no tocas es la violación de los derechos humanos que está bien documentado por Human Right Watch http://www.hrw.org/reports/2011/11/09/neither-rights-nor-security-0
    En fin hay mucha tela de donde cortar.

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