Dormir contigo
es estar solo dos veces,
es la soledad al cuadrado...
Fito Paez.
Luna
desplomada en la noche agria. Al fondo de la habitación, la ventana entreabierta
murmura el fresco verdor de los árboles de la acera. El viento y su soplido me
atraviesan como si un canto de ave nocturna clandestinamente
reclamara mis senos. Junto al espejo, en la esquina, nuestra foto de recién
casados. Tus ojos de criatura embelesada comiéndome las mejillas. La milenaria
cascada que se nos escapaba a borbotones. Yo, inclinada: porque no lograba
mantenerme erguida cuando estabas cerca de mí. Sin sentirlo, sin poder
impedirlo, mi cuerpo dibujaba una órbita, una rotación descendente hacia tu
centro, hacia el inevitable colapso de nuestros cuerpos densos en la insólita
gravedad del universo.
Mi mirada se desvía y me encuentro de nuevo en el espejo: el mismo cuarto, la misma cama, casi la misma luna, mejores muebles, alfombra marrón, y en la esquina el espejo, la foto. Foto sádica. Foto burlona.
Mi mirada se desvía y me encuentro de nuevo en el espejo: el mismo cuarto, la misma cama, casi la misma luna, mejores muebles, alfombra marrón, y en la esquina el espejo, la foto. Foto sádica. Foto burlona.
Llegas
con tu espalda colmada de nuestra historia.
―¿Cómo estás
amor?
―Bien..., llamó
tu madre, que le hables para lo de la fiesta de tu hermana.
―¿Estás enojada?
―No, estoy
cansada.
Me
dirijo a la cocina, enciendo la estufa, preparo la cena. Hirviendo la leche,
burbujas en la leche, burbujas grandes y redondas que se me cuelan en las
venas. Panecillos con mermelada. Tu taza con tu nombre gris, tu nombre gris en mi pecho gris, en mis manos
grises, en mi voz gris, en tu beso gris. Gris en mi mar gris...
Escucho
tu risa fácil de programa estúpido en la televisión. Tu risa desbocada de siempre;
pretexto de siempre: “¡sólo descanso mi amor!” No es que seas estúpido, sólo
descansas...
“Los
hombres cuando descansan son estúpidos”, dice mi madre.
Te
sirvo. La leche se derrama como protestando por mi mueca de desamor. No lo
notas, tu risa se mantiene atrapada en la televisión. Yo me voy, me pierdo en
mi trayectoria sin sentido hacia la cama. Me recuesto y te observo por la puerta
entreabierta. No cabe duda: tus ojos malva
rematados en dos mariposas nocturnas aún poseen ese raro encanto de
revolotearme detrás de las rodillas.
Fin
de programa estúpido. Tu dedo apaga el televisor. Te acercas. Lento como bisonte hermoso reconociendo
su pradera. Despliegas tu cuerpo frente al espejo. Te sientas. Me acaricias
distraídamente el muslo. Te miro el cuello mientras apagas la luz con tu mano
derecha. Acepto tus manos de alfarero
consumado. Permito proximidades reconocidas: milímetros que claman su ansiedad.
Con la mente reviso tu piel: recuerdo la aurora, el vislumbre instantáneo, el
sudor de redención, la fragilidad de eclipse sobre nuestros madrugada. Recuerdos
bajo mi vientre que se ahogan en el mar de su propia memoria.
Mientras
jadeas, en el fondo de la obscuridad yo busco. Busco las disneas de
mis dedos a tu contacto de humedad,
busco los templos de osadía que solía fabricar en tu pecho, busco los
antídotos contra mí misma que aspiraba en tu sexo. Busco, revuelvo, sacudo,
restriego: abro espasmos en mis ojos, ansiedades de sentirme fraguada de nuevo
en tus muslos, dolores de tenerte sin encontrarte. Porque te tengo: tengo tu
beso rabioso, tengo tu amor de mañanas frescas, tengo tus labios repletos de
ternura. Pero yo, yo no te encuentro: te miro, te examino, te sacudo, te
exploro, quisiera disectarte en autopsias de desespero, desollarte y voltear tu piel con la ilusión de
encontrarnos acurrucados debajo de alguna esquina de tu cuerpo. Tu cuerpo
dormido: mi corazón dormido. Tú duermes y mientras no te encuentro me ahogo de
nuevo en esta lágrima inmensa en que llevo años extraviada..., extrañándote...
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Pintura: Dorina Costras
woww muy bonito, y me parece genial que escribas pensando sintiendo como mujer!
ResponderEliminarGracias Paty, Fue un ejercicio interesante justo por eso: pensar y sentir como lo haría una mujer.
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