Se
acabó el espectáculo, el bodrio, el tinglado de cuarta categoría.
Ahora dejémonos de tonterías. La forma en como hallamos decidido
enfrentarnos a estas elecciones ya no importa. No es relevante si
elegimos abstenernos, nulificar el voto o votar por lo que creímos
una opción más justa para enfrentar la debacle que vive este país.
Dejemos las peleas, los debates estériles. No hay nada en la ciencia
política ni en la filosofía o la sociología que hubiera podido
establecer con toda certeza cuál era la mejor opción. Nadie tenía
un mágico palantír para predecir el futuro.
Entendamos
que en cualquier caso el Estado Mexicano debe ser interpelado,
objetado, corregido, supervisado y si es necesario defenestrado. Con
boleta o sin ella, votando o no, nulificando o diversificando el
voto, ninguna opción tiene la más mínima oportunidad de tener un
efecto si no hacemos política. ¿A qué se refiere eso? ¿Cómo
hacerla? ¿Qué hacer? No hay en toda la experiencia humana algo que
de recetas en este tema. Sin embargo, con voluntad algo podemos
encontrar. Organicémonos en el barrio; apropiémonos de los espacios
públicos; unámonos a algún grupo de solidaridad; apoyemos a los
sindicatos si su lucha vale la pena; si no existen, organicemos uno;
promovamos a alguna organización de derechos humanos o a un grupo de
resistencia, hay varios en el panorama nacional; escribamos una
revista, un blog, algún enclave de descontento. Si no encontramos
opciones, entonces inventémoslas. La política siempre ha sido
esencialmente una campo de creación colectiva. En ese sentido todos
tenemos acceso a ella no una vez cada tres o seis años, sino todo el
tiempo.
Sobre
todo, no olvidemos que no basta con ser un buen ciudadano; con cuidar
nuestro jardín, nuestro trabajo, nuestra familia, nuestro prestigio,
nuestros amigos y nuestro pequeño pedacito de tranquilidad. No nos
dejemos cegar por la comodidad pues a estas alturas de la
deforestación no hay jardín que no esté amenazado.
Dejémonos
de tonterías. La política no empieza ni termina con las elecciones;
la política empieza todo el tiempo.
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