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lunes, 8 de junio de 2015

Post-electoriana


Se acabó el espectáculo, el bodrio, el tinglado de cuarta categoría. Ahora dejémonos de tonterías. La forma en como hallamos decidido enfrentarnos a estas elecciones ya no importa. No es relevante si elegimos abstenernos, nulificar el voto o votar por lo que creímos una opción más justa para enfrentar la debacle que vive este país. Dejemos las peleas, los debates estériles. No hay nada en la ciencia política ni en la filosofía o la sociología que hubiera podido establecer con toda certeza cuál era la mejor opción. Nadie tenía un mágico palantír para predecir el futuro.

Entendamos que en cualquier caso el Estado Mexicano debe ser interpelado, objetado, corregido, supervisado y si es necesario defenestrado. Con boleta o sin ella, votando o no, nulificando o diversificando el voto, ninguna opción tiene la más mínima oportunidad de tener un efecto si no hacemos política. ¿A qué se refiere eso? ¿Cómo hacerla? ¿Qué hacer? No hay en toda la experiencia humana algo que de recetas en este tema. Sin embargo, con voluntad algo podemos encontrar. Organicémonos en el barrio; apropiémonos de los espacios públicos; unámonos a algún grupo de solidaridad; apoyemos a los sindicatos si su lucha vale la pena; si no existen, organicemos uno; promovamos a alguna organización de derechos humanos o a un grupo de resistencia, hay varios en el panorama nacional; escribamos una revista, un blog, algún enclave de descontento. Si no encontramos opciones, entonces inventémoslas. La política siempre ha sido esencialmente una campo de creación colectiva. En ese sentido todos tenemos acceso a ella no una vez cada tres o seis años, sino todo el tiempo.

Sobre todo, no olvidemos que no basta con ser un buen ciudadano; con cuidar nuestro jardín, nuestro trabajo, nuestra familia, nuestro prestigio, nuestros amigos y nuestro pequeño pedacito de tranquilidad. No nos dejemos cegar por la comodidad pues a estas alturas de la deforestación no hay jardín que no esté amenazado.

Dejémonos de tonterías. La política no empieza ni termina con las elecciones; la política empieza todo el tiempo.




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