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domingo, 26 de mayo de 2024

Huracán en tierra

En la ciudad, las noches de tormenta son frías, revueltas y tienen su negrura manchada por el viento y las ráfagas inclementes de la lluvia. Aunque en el clamor del huracán atrapado en la ciudad parecen gritar la desesperación de náufragos y marineros, esas noches no están enteradas de que en el asfalto la lluvia corre sin el vigor de la marea; de que en las esquinas no hay lugar para la altura de las olas; de que el concreto no sabe soñar con el caos de remolinos oceánicos. 

El huracán frustrado estrella su rencor para anegar las calles, estropear de humedad al metro, hacer que el drenaje vomite su resaca centenaria. A su pesar, el huracán aprende que aquí en la tierra del hormigón, el cemento y el acero nadie, sino la misma Ciudad, sabe tragarse al mundo con su vértigo. 

Quizá como nosotros, las noches de huracán en la ciudad no tiene más opción que morir en un susurro de gotas vencidas que, alineadas, esperan su turno en la puerta de las coladeras.







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