“Por
el pájaro enjaulado.
Por el pez en la pecera.
Por mi amigo que esta preso
porque ha dicho lo que piensa.”
Por el pez en la pecera.
Por mi amigo que esta preso
porque ha dicho lo que piensa.”
“Por los dientes apretados.
Por
la rabia contenida.
Por
el nudo en la garganta.
Por
las bocas que no cantan.
Por
el beso clandestino.
Por
el verso censurado.
Por
el joven exiliado.
Por
los nombres prohibidos.
Yo
te nombro “Libertad”
La
justicia, ya se sabe, es un bien tan escaso como la lucidez en los
labios del presidente o los drenajes despejados en la Ciudad de
México. Esa certeza se vuelve un tolete desbocado cuando se piensa
en el gobierno de la capital del país. Desde sus inicios, la
administración de Miguel Ángel Mancera se convirtió en una afrenta
a las inquietudes que llevaron a la izquierda partidista al gobierno,
por primera vez, hace casi 20 años.
A cambio de las esperanzas de igualdad con las que sus electores acudieron a las urnas, Mancera ha ofrecido una gestión teñida de tintes policíacos y un intenso hedor a corrupción partidaria y empresarial. El abandono de los proyectos educativos y culturales, la especulación inmobiliaria, la persecución de activistas, el cinismo de su política laboral y la gentrificación de amplias zonas, como el Centro y la Colonia Roma, son muestras de un gobierno capitalista y deshumanizado como tantos otros, aunque disfrazado de una simpática solidaridad rosa.
La sorpresa en estos casos es una virtud sólo de la ingenuidad: no podía esperarse demasiado de un funcionario que, lejos de las inquietudes populares, granjeó su fugaz éxito en las negociaciones de un partido infecto como todos los partidos, pero en particular estado de descomposición. Por desgracia, lejos de las personas siempre valiosas que desde las bases apoyan a la izquierda electoral, la burocracia del PRD está repleta de colecciones variopintas de aves de rapiña defendiendo a toda costa sus privilegios.
A cambio de las esperanzas de igualdad con las que sus electores acudieron a las urnas, Mancera ha ofrecido una gestión teñida de tintes policíacos y un intenso hedor a corrupción partidaria y empresarial. El abandono de los proyectos educativos y culturales, la especulación inmobiliaria, la persecución de activistas, el cinismo de su política laboral y la gentrificación de amplias zonas, como el Centro y la Colonia Roma, son muestras de un gobierno capitalista y deshumanizado como tantos otros, aunque disfrazado de una simpática solidaridad rosa.
La sorpresa en estos casos es una virtud sólo de la ingenuidad: no podía esperarse demasiado de un funcionario que, lejos de las inquietudes populares, granjeó su fugaz éxito en las negociaciones de un partido infecto como todos los partidos, pero en particular estado de descomposición. Por desgracia, lejos de las personas siempre valiosas que desde las bases apoyan a la izquierda electoral, la burocracia del PRD está repleta de colecciones variopintas de aves de rapiña defendiendo a toda costa sus privilegios.
Las
secuelas del gobierno de Mancera son muchas, pero una de las más
dolorosas es la criminalización de la protesta pública. Luis
Fernando Sotelo de 21 años, detenido durante una manifestación hace casi dos años, es una de las victimas. Este joven fue
recientemente sentenciado a 33 años y cinco meses de prisión como
resultado de un proceso lleno de irregularidades jurídicas.
En esta publicación les comparto un excelente recuento de Gloria Ramírez Muñoz que ayuda a entender el contexto de este caso. Una entrevista, por Atziri Ávila, con la madre de Luis Fernando dibuja la dimensión trágica de las otras victimas que poco se mencionan: los familiares afectados por una injusticia que lacera, de manera literal, en carne propia. Finalmente, reproducimos un texto proporcionado por el propio Luis Fernando que ilumina algunos aspectos del clima de represión en el que hemos vivido en los últimos años.
Su
caso debe alertarnos a todos. No sólo porque la rueca de la
represión sigue girando, sino porque Luis Fernando es uno de varios
jóvenes encarcelados por motivos similares. Su combatividad es
ejemplar: al
menos seis de ellos han decidido empezar una huelga de hambre a
partir del 28 de septiembre del 2016. Allá adentro intentan, desde
su propio cuerpo, rebelarse contra la injusticia; ojalá acá afuera
sepamos corresponderles con la lucha en en todos los frentes posibles por su libertad y
la de todos los presos políticos.
Luis
Fernando Sotelo: Yo te nombro Libertad.
Castigo ejemplar
Gloria
Muñoz Ramírez.
No
conforme con mentir sobre el paradero de los 43 normalistas de
Ayotzinapa, el Estado encarcela a quienes, como Luis Fernando Sotelo,
no se quedan callados y salen a las calles a exigir la verdad. Dos
años de impunidad sobre Ayotzinapa, ningún autor intelectual
encarcelado y una sentencia de 33 años y cinco meses de prisión
para el joven de 21 años, acusado de ataques a las vías de
comunicación y a la paz pública y de daño a la propiedad (los tres
calificados), en un proceso jurídico repleto de irregularidades.
Luis
Fernando también fue sentenciado a pagar una multa de 519 mil 815
pesos y la reparación del daño, que asciende a más de 8 millones
de pesos. En esta condena, advierte el colectivo Los Otros Abogadoz,
se observa claramente la venganza, el odio y el desprecio que el jefe
de Gobierno (Miguel Ángel Mancera) tiene contra los estudiantes,
sobre todo los jóvenes que piensan diferente, que cuestionan y se
oponen a las injusticias y a las malas decisiones del gobernante en
turno.
En
noviembre de 2014, apenas dos meses después de la desaparición de
los 43 normalistas, Luis Fernando iba vestido de negro, con pelo
corto y una cresta pintada de verde. Iba ataviado de rebeldía cuando
fue detenido y acusado de la quema de la estación y de un camión
del Metrobús en Ciudad Universitaria. Su detención se realizó
junto a la del joven Sergio Pérez Landeros, a quienes el conductor
del Metrobús y los agentes implicados en la detención señalaron
como autores de la quema. Sergio comprobó que se encontraba en su
escuela en el momento de los hechos y fue excarcelado. Pero Luis
Fernando permaneció en prisión y esta semana fue sentenciado. Tiene
21 años y lo condenan a permanecer en la cárcel hasta los 52. Y
todavía el Ministerio Público se inconforma y apela a más años y
más dinero.
El
colectivo Los Otros Abogadoz considera que la acusación fue
fabricada a modo por el Ministerio Público y que se alteraron los
hechos y omitieron pruebas. Se trata, indican los abogados, de
encontrar culpable a Luis Fernando para mandar el mensaje y castigo
ejemplar a todos aquellos que decidan organizarse y protestar:
jóvenes, estudiantes, maestros, indígenas, vendedores ambulantes,
colonos y todo aquel que abajo resiste y se organiza.
El
28 de septiembre Luis Fernando y Abraham Cortés (preso en el
Reclusorio Norte) iniciaron una huelga de hambre indefinida en
protesta por la injusta condena. Una campaña nacional e
internacional los acompaña exigiendo su libertad.
Mi hijo estudiaba y trabajaba vendiendo postres; no es un delincuente: Madre de Luis Fernando Sotelo
Atziri
Ávila / Desinformémonos
Celia
Zambrano Nuñez estaba realizando el quehacer de su casa cuando
llegaron los judiciales a avisarle que su hijo Luis Fernando había
sido detenido, querían que se fuera con ellos, a lo que se negó.
Desde ese momento supo que algo sucio estaba detrás.
"Desde
que detuvieron a Luis la vida nos ha cambiado totalmente”, afirma
la madre de Luis Fernando Sotelo Zambrano, joven detenido el 5 de
noviembre de 2014, acusado de la quema de la terminal y de un camión
del Metrobús. “Mi hija menor de 25 años dejó de estudiar y se
metió a trabajar para ahorrar y poder costear ella su Universidad.
Mi hijo mayor de 29 años deja su familia para poder visitar a su
hermano. El proceso es desgastante pero ambos me acompañan, me dan
fuerza, iremos a donde tengamos que ir para ver libre a su hermano”.
Luis
Fernando Sotelo fue detenido en las inmediaciones de Ciudad
Universitaria (CU) de la UNAM, horas después supo que lo acusaban de
ataques a las vías de comunicación, alteraciones a la paz pública
y daño a propiedad ajena. El pasado 20 de septiembre supo de la
sentencia que lo condena a 33 años y 5 meses de prisión, dicha
sentencia fue apelada por sus abogados.
“A
Luis no lo detuvieron en flagrancia”, asegura Celia Zambrano Nuñez,
quien es maestra normalista, venía saliendo de CU porque repartía
información sobre presos políticos y había ido a informarse sobre
las acciones realizadas por los estudiantes universitarios en
exigencia de justicia para los normalistas de Ayotzinapa, pues habían
pasado 10 días de los hechos ocurridos en Iguala.
Celia
Zambrano de 47 años de edad se trasladó al Ministerio Público de
Coyoacán para saber cuál era la situación jurídica de su hijo,
“había un operativo bastante exagerando, ambas esquinas estaban
rodeadas por granaderos, ni siquiera me permitían pasar el primer
retén, a pesar de que dije que yo era la madre de uno de los jóvenes
que estaba detenido”. Detuvieron a mi hijo como si fuese un
delincuente de alta peligrosidad cuando en realidad es un joven de 22
años estudiante, que tuvo que truncar sus estudios de manera
presencial porque yo tenía compromisos económicos pero que decidió
continuar sus estudios en la prepa abierta”.
La
madre de Luis Fernando Zambrano recuerda que las autoridades de la
Ciudad de México negaron que su hijo tuviera contacto con ella o con
alguno de sus abogados, “llegue a las 11 de la noche y pude verlo
hasta las cinco de la mañana del otro día, sólo permitieron que lo
viera para que me entregara sus pertenencias que eran 45 pesos, un
cinturón, un pepsilindro y cosas que carga un joven de su edad, no
las bombas molotov, el galón de gasolina, la propaganda antifascista
y otras cosas de las que lo acusan, que incluso humanamente es
imposible cargar”.
A
pesar de la queja que la madre de Luis Fernando y sus abogados
presentaron una queja ante la primer visitaduría de la Comisión de
Derechos Humanos del Distrito Federal para que un médico certificara
las lesiones que Luis Felipe tenía por haber sido golpeado por los
policías que lo detuvieron. Los funcionarios del MP de Coyoacán
“prácticamente lo arrebataron al médico que lo revisaba y lo
sacaron del lugar. Minutos después lo trasladaron en un vehículo
particular, tuve mucho miedo porque no sabía a dónde lo llevaban,
temía mucho que le hicieran algo peor, horas después supe que mi
hijo había sido trasladado al Reclusorio Sur”.
Celia,
quien es colona de la Delegación Tláhuac reitera que “el proceso
estuvo lleno de irregularidades, Luis llegó al reclusorio como a las
7 de la noche y lo presentaron hasta cuatro horas después, pues en
realidad no había ningún expediente para poderlo consignar. Las
audiencias han sido postergadas en diversas ocasiones porque los
policías no se presentaban argumentando que estaban de vacaciones o
enfermos. Pronto el chofer se desdijo en una audiencia y dijo no
reconocer a mi hijo plenamente, pero aún así Luis Fernando sigue
preso”, afirma su madre.
Celia
Zambrano describe a Luis Fernando como un joven noble, solidario y
tranquilo. “Siempre fue transparente, nunca se manejó con mentiras
sino con responsabilidad, él estudiaba y trabajaba vendiendo postres
y dulces, quiere ser psicólogo, es honesto y trabajador, nunca tuvo
ningún incidente delictivo. Siempre mostró simpatía con todas las
luchas sociales”.
Sergio,
el joven detenido y acusado por los mismos hechos de los que se le
acusa a Luis Fernando, días después salió libre, a decir de la
mamá de Luis Fernando “contó con la fortuna de que en las áreas
en donde se estaba ese día, había cámaras de video que constataron
que en el momento del incendio no se encontraba ahí. Mi hijo no
contó con la misma suerte pero tampoco cometió los delitos ni
participó en ese incendio.
A
pesar del desgaste económico, emocional y físico, que la madre de
Luis Felipe Zambrano enfrenta, asegura que confían en la solidaridad
nacional e internacional para que la sentencia contra Luis Felipe sea
desechada “no soy abogada, no sé nada de leyes, pero el Gobierno
no tiene fundamentos para mantener a mi hijo un solo día en prisión”
concluye la señora Zambrano.
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