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domingo, 26 de mayo de 2024

Huracán en tierra

En la ciudad, las noches de tormenta son frías, revueltas y tienen su negrura manchada por el viento y las ráfagas inclementes de la lluvia. Aunque en el clamor del huracán atrapado en la ciudad parecen gritar la desesperación de náufragos y marineros, esas noches no están enteradas de que en el asfalto la lluvia corre sin el vigor de la marea; de que en las esquinas no hay lugar para la altura de las olas; de que el concreto no sabe soñar con el caos de remolinos oceánicos. 

El huracán frustrado estrella su rencor para anegar las calles, estropear de humedad al metro, hacer que el drenaje vomite su resaca centenaria. A su pesar, el huracán aprende que aquí en la tierra del hormigón, el cemento y el acero nadie, sino la misma Ciudad, sabe tragarse al mundo con su vértigo. 

Quizá como nosotros, las noches de huracán en la ciudad no tiene más opción que morir en un susurro de gotas vencidas que, alineadas, esperan su turno en la puerta de las coladeras.







viernes, 24 de mayo de 2024

La hija de Lerna



Supongo que me dijo su nombre, pero desde el principio supe que ella querría olvidar al mío así que yo pretendo que nunca lo supe. Esa noche nos amamos con la parquedad que permitían sus ojos cetrinos, su cadera coloreada y mi torpeza perfeccionada con la soledad, las tardes de terrazas, la resolana y el vino tinto. Después, ella me descubrió un sexo doloroso: quizá una acumulación de resentimiento que venía de una era muerta como la de los dioses condenados a vivir sin descanso. No sospeché que detrás de su ternura se escondía una Hidra recién nacida capaz revolverse en la cama como la furiosa heredera de una larga casta de asesinos devoradores de hombres.

Nunca imaginé que sus miles de cabezas me perseguirían por meses mientras bebía café, caminaba por las calles o saludaba a los vecinos. Bajo el sol que calcina sin tocar su memoria, esas cabezas aún me muerden sin que pueda evitar sus dientes sin labios, su sed sin horizonte, su cuerpo lleno de alas que, desde entonces, me obligan a caminar por el aire con el riesgo permanente de caer y perecer arrasado y feliz en medio de la acera.





lunes, 7 de junio de 2021

6 de junio: el tarot

 6 de junio: el tarot


En la democracia liberal --que no es el único tipo de democracia que existe-- es medular castigar electoralmente a los gobiernos ineficientes, corruptos, omisos, déspotas u olvidadizos de lo que prometieron en campaña. Al menos eso reza la doctrina.Al movimiento de Andrés Manuel López Obrador y a MORENA se le puede acusar de incorporar a sus filas y candidaturas a priistas, panistas, perredistas y demás políticos de la peor calaña; de pactar con partidos impresentables como el PES, el PT o el verde ecologista; y de contradicciones tan relevantes como el hecho de que, en contra de lo que promovió antes de llegar al poder, el gobierno amloísta ha militarizado la vida pública: le ha dado al ejército la seguridad pública, el control de sus bancos, el tren maya, aeropuertos, campañas, etc. En efecto, el amloísta es un gobierno afecto como ninguno a las botas militares.

Desde el ideal liberal, también se puede acusar con fundamento al actual presidente de otras lindezas como la de intentar centralizar el poder a la manera del autoritarismo priista de los setenta (nomás que con un Estado neoliberal reducido a su mínima y parapléjica expresión); de no exigir la renuncia y el juicio de los políticos involucrados en la tragedia de la línea 12 del metro (Ebrard, Mancera, Sheinbaum y Serranía); y de no tener interés en atender o al menos escuchar seriamente a movimientos sociales como el feminismo, el ecologismo, las comunidades indígenas, los normalistas rurales y otros sectores políticos, educativos, culturales y científicos.

Entre este mar de yerros, la cresta de la ola, por su costo en vidas humanas y daño económico, es en mi opinión la fallida reacción del gobierno ante la pandemia del COVID-19. Repasemos un poco esta tragedia...

México se ha pasado casi toda la pandemia en el top 5 de los países con mayor número de defunciones. Ahora mismo, ocupa el cuarto puesto en ese indicador, que es el más usado por medios y científicos para evaluar el impacto de esta crisis sanitaria. Dentro de los 20 países más afectados, México muestra la mayor tasa de mortalidad con respecto a los casos observados y el quinto con respecto a los muertos por 100,000 habitantes (datos compilados de todo el mundo por la Facultad de Medicina de la Johns Hopkins University: shorturl.at/imnBF). México también está en los primeros lugares de víctimas fatales en el personal de salud, fallecidos por COVID-19 que no recibieron cuidados intensivos, exceso de mortandad total y otros parámetros relevantes. Quien quiera ver los datos por sí mismo puede revisarlo no con Lopez Gatell o en las mañaneras; sino en la fuente citada arriba o en worldometer Coronavirus (shorturl.at/psLQ8).

A pesar de las justificaciones que ha dado el gobierno, hoy sabemos que hay países con mayor población, más pobres, con sistemas de salud más precarios y con ciudadanos con comorbilidades o igual de reacios a seguir indicaciones, y que han podido lidiar mucho mejor con la pandemia. Los pretextos siempre han abundado aunque ninguno de ellos sea legítimo. El más frecuente es el de la historia: es cierto, los gobiernos previos dejaron un sistema de salud frágil y una población en que prevalecen varias epidemias de hipertensión, obesidad y diabetes. Sin embargo, echarle toda la culpa al pasado es el recurso que usan todos los gobiernos para evadir su propia responsabilidad en el presente. Muchos científicos lo alertaron desde el principio: con una población con tantas posibles comorbilidades era mucho más importante implementar una estrategia lo más eficiente posible.

Un estudio reciente de revisión publicado por investigadores del Departamento de Salud Pública de la facultad de medicina de la UNAM reunió evidencia que señala que más allá de las comorbilidades reconocidas, son las personas empobrecidas y con bajos niveles de escolaridad las que más han muerto durante esta enfermedad (shorturl.at/tzOZ1). En México, la baja escolaridad está asociada a condiciones precarias de salud y de vida. Prácticamente la mitad de los muertos por COVID-19 tenían como nivel de estudios máximo la primaria. Por otro lado, los más pobres suelen trabajar en condiciones laborales de mayor riesgo de contagio como granjas, fábricas, comercios informales, ambulantaje, transporte público, reparto de bienes y servicios. Gente pobre que tiene que viajar mucho, trabajar mucho, estar en contacto continuo con otras personas igual de vulnerables que no pueden hacer “home office”, y que además tienen un acceso limitado a los sistemas de salud. ¿Cuántos de los muertos por COVID-19 estuvieron en estas condiciones? El estudio mencionado es concluyente: “En nuestro país los trabajadores manuales y operativos, las amas de casa, los jubilados y pensionados representan el 94% de los decesos, en tanto que el resto corresponde a profesionales, directivos y trabajadores del arte y espectáculos.”. Parece que por encima de la hipertensión que está relacionada con el 45% de las defunciones y de la diabetes con el 37%, la pobreza es la principal determinante o “comorbilidad social” en las muertes por COVID-19. El lema de la 4T se cumplió como anillo al dedo: “Primero los pobres”.

¿Esta catástrofe pudo haberse evitado? Muchos especialistas y científicos coinciden en ello. Las políticas indolentes de un gobierno interesado en sobarle la espalda a sus electores porque son un “pueblo bueno” que “se porta muy bien”, que renunció desde le principio a la contención de la pandemia y a presionar a los sectores laborales, económicos y sociales para implementar medidas sanitarias estrictas han resultado hasta el momento en más de un cuarto de millón de mexicanos muertos reconocidos, la mayor parte pobres. Con seguridad, debido a que se tiene un nivel de subregistro altísimo, ese número asciende a más de medio millón de muertos reales.

Para la historia de la infamia quedará la necedad de Andrés Manuel López Obrador que nunca quiso usar ni promover el uso del cubrebocas a pesar de que desde mediados de 2020 se tuvo claro que el uso masivo de las mascarillas era un estrategia eficiente para disminuir contagios y muertes (si alguien aún lo duda, lea el artículo en Nature del 13 de agosto del 2020 (shorturl.at/lBV15)).

La estrategia “ligth” del gobierno mexicano tuvo su propia debacle económica. Entre economías comparables, México es uno de los países que menos porcentaje del PIB ha dedicado a mitigar los efectos de la pandemia (0.7%). Mucho menos que otros países latinoamericanos como Argentina, Brasil o Perú, sin mencionar a los europeos (shorturl.at/gxIY6).

El gobierno hace meses sentenció que no apoyaría los empresarios; pero en ese desdén se negó a apoyar suficientemente a negocios pequeños, microempresas, y pequeñas empresas que son quienes que dan más empleo en México. En todo caso, 10 millones más de mexicanos ingresaron a la pobreza extrema mientras los grandes empresarios como Carlos Slim, Arturo Bailleres, Germán Larrea, Ricardo Salinas Pliego y muchos otros millonarios han visto crecer sus fortunas crecieron bajo la mirada complaciente del gobierno que dice defender a los pobres (shorturl.at/ptGKZ).

Así que de las promesas de redistribución del ingreso y justicia social sólo queda el frijol con gorgojo.

Todo hay que decirlo: es cierto que al principio de la crisis se anunciaron algunos apoyos a pequeñas empresas y negocios, como por ejemplo, los microcréditos “a la palabra” por 25,000 pesos. Esos apoyos se acabaron en un suspiro y bien poco sirvieron para evitar que alrededor de un millón de empresas, la mayor parte pequeñas, cerraran sin remedio. De la inmensidad de negocios informales que sucumbieron no hay datos fiables…

Como cofundador de un pequeño negocio de pobres que ha sobrevivido a la pandemia puedo atestiguar que esos apoyos hace muchísimos meses que no están disponibles. Si alguien quiere marcar al Banco del Bienestar para preguntar les dejamos con gusto el teléfono: 01 800 900 2000. Esperamos que sean fervientes seguidores de la música de fondo y los menús telefónicos que se repiten incesantemente.

¿El gobierno no tiene más dinero para apoyar a la economía, en especial a la de los más pobres? Falso. La verdad es que el gobierno mexicano casi no se ha movido presupuestalmente de sus planes de construcción de aeropuertos, refinerías, trenes y el rescate de PEMEX. Se prefirió seguir con esos planes de desarrollo en menoscabo de las urgencias derivadas de la pandemia. ¡Total! ¡Ya casi se murieron los que INEVITABLEMENTE se tenían que morir! Los darwinistas sociales y los neoliberales seguro sonríen con ironía en algún paraíso del “ni modo: no hay nada que hacer. Nada debe detener el tren del desarrollo”.

Finalmente, hay que puntualizar que denunciar y criticar las políticas implementadas por el gobierno NO significa que se defienda los otros partidos ni que se asuma que los partidos opositores merecen el voto de los ciudadanos. Más bien revela que la superficialidad, ineficiencia, autoritarismo e insensibilidad que caracterizaron a los gobiernos del PRI, PAN, PRD y demás partidos se repiten en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Hay diferencias de grado pero en general la evidencia respalda la misma conclusión: la clase política está integrada por partidos que comparten una esencia demagógica, pragmática, oportunista y carente de ética: sin ser iguales, nadie sabe si son substantivamente distintos.


Así pues, a pesar de las mayorías parlamentarias que muy probablemente MORENA habrá ganado con su coalición para cuando esto sea leído y de los muchos votos que este gobierno haya conseguido este 6 de junio, la realidad es que MORENA no merece ni uno sólo de esos votos. A nosotros nos queda una tarea distinta que no obedece a la coyuntura de las elecciones: los que en su momento denunciamos la fatuidad dicharachera de Vicente Fox, la guerra asesina contra las drogas de Calderón Hinojosa, la corrupción insultante de Peña Nieto, debemos denunciar las políticas criminales de un gobierno que decidió seguir con sus planes desarrollistas, su lambisconería demagógica, y su negación de una realidad que ha costado unas 4 veces más muertos (casi siempre pobres) que la guerra contra las drogas. En este sentido, es inmoral defender o no criticar la política de un gobierno desde la comodidad del coche, del gabinete universitario, de la oficina, del home office, del confinamiento voluntario, del “la culpa es de la gente irresponsable” que tanto abunda en la clase media, mientras que en las calles han muerto decenas de miles de personas o sus familiares provenientes de la población que hemos tenido que salir a ganarnos la vida mientras peleamos con el irresponsable de la combi que dice no ponerse el cubrebocas porque en México hay libertad “como dice el presidente”.

Ojalá la historia más temprano que tarde les pase cuentas. De momento, la fiesta de la democracia inspira sobre todo un sentimiento de compasión: pobres de los ciudadanos que este 6 de junio, frente a la boleta, se hayan preguntado en serio si esta democracia con estos partidos vale de algún modo la pena. Un caso para el tarot y las pitonisas.

Post- scriptum

El 7 de junio nos levantamos con algunas sorpresas. A pesar de lo que los afectos a Morena quieren ver, la verdad es que el partido del presidente perdió 14 millones de votos a nivel federal aunque conservó con sus aliados la mayoría absoluta en la cámara y ganó la mayor parte de los Estados en disputa. No tendrá mayoría calificada. Pero lo más importantes es que MORENA perdió 10 alcaldías en la CDMX, su principal bastión.

En contra del maniqueísmo simplista de la democracia mexicana, en este tipo de circunstancias es coherente abrevar de dos sentimientos opuestos: en 2018, me alegré de que hubieran perdido el PRIANRD. No me alegré de que ganará MORENA.

En 2021, me parece que es motivo de fiesta que haya perdido MORENA lo que perdió; les salió barato: no debieron ganar ni un sólo diputado. No me alegra nada que hayan avanzados sus partidos opositores.




viernes, 18 de septiembre de 2020

¡Esto tiene que parar!

Sobre la carta de los intelectuales en contra de AMLO.

¡Esto tiene que parar!

La carta publicada por alrededor de 650 personas (entre ellas muchos intelectuales) “En defensa de la libertad de expresión” es un texto que va mucho más allá de la defensa que su título convoca. Se trata, por supuesto, de un rechazo al tono imperdonablemente pendenciero de AMLO, al abuso de una tribuna que día con día descalifica e insulta a todo el que piense distinto: conservadores, fifís, machucones, mafiosos, pirruris, pasquines inmundos… etc.

Sin embargo, la carta va mucho más allá:

“El presidente ha despreciado la lucha de las mujeres y el feminismo, ha despreciado también el dolor de las víctimas por la violencia, ha ignorado los reclamos ambientalistas, ha lesionado presupuestalmente a los organismos autónomos, ha tratado de humillar al poder judicial, ha golpeado a las instituciones culturales, científicas y académicas, y ahora pretende socavar la libertad de expresión”.

Así pues, es una denuncia bien merecida a un presidente que además de su vocación de permanente guerra verbal ha  desdeñado cualquier movimiento social que no se sume a su proyecto: desde los zapatistas a muchos grupos feministas; que ha ignorado a científicos y comunidades indígenas que advierten de las consecuencias ecológicas y sociales de megaproyectos como el Tren Maya o el corredor tansístimico; que ha dedicado sobre todo indiferencia a las víctimas de una violencia que es mucho mayor que la registrada en los gobiernos previos; que ha tratado con mezquindad y demagogia a la educación, la ciencia y la cultura. A propósito de la violencia mencionada y de sus víctimas, el gobierno ha apostado a la misma vía militarista que AMLO  tanto le crítico a Felipe Calderón Hinojosa (la guardia nacional no es otra cosa que el ejército obligado a hacer labores de seguridad pública, tal y como lo concibió Calderón Hinojosa y continuó Peña Nieto).

Es cierto que la carta está firmada por algunos personajes o funcionarios que se han beneficiado por regímenes políticos previos. Ahí están los Aguilar Camín, los Julio Frenk y los Claudio X. González, por mencionar algunos. Sin embargo, la verdad es que la mayor parte de los firmantes son principalmente ciudadanos que discrepan de una política empeñada en gobernar con alma de pugilista necio y sordo. Entre los firmantes hay muchos  creadores, científicos, activistas, artistas  y escritores de primera línea, algunos que incluso han apoyado al mismo AMLO en otros momentos.

Están científicos de primera línea como Herminia Pasantes, Marcia Hiriart o Antonio Lazcano Araujo; escritoras invaluables como Sara Sefchovich, Ana y Alicia García Bergua, Carmen Boullosa o Valeria Luiselli; académicos reconocidos por su dedicación y espíritu crítico como Jean Mayer o Rolando Cordera Campos; Músicos y cineastas de máxima importancia como Mario Lavista o Arturo Ripstein.

Muchos de ellos como muchos de nosotros fuimos críticos de los gobiernos previos y descalificarnos sólo porque se es incapaz de asumir y contestar con argumentos la crítica sólo repite y confirma la misma norma de conducta que la carta denuncia.

En su declaración del 18 de septiembre, el presidente dijo que los firmantes más bien deberían ofrecer disculpas. No señor presidente. Es usted quién debe disculparse.  Que no lo haga, es de esperarse. Ojalá pudiera sorprendernos.





miércoles, 12 de agosto de 2020

Crónicas fugaces de tiempos de pandemia II

Homo vespa phone home



Olvidé mi celular
 en una visita a mis sobrinos de cuatro y seis años a 
inicios de febrero. Seis meses después, como parte de la nueva normalidad, por fin los visité otra vez con desinfectante y tapabocas incluidos. Inauguramos una nueva estrategia de besos inspirada en un clásico de los ochenta. El beso COVID, al menos para mis sobrinos y para mí, consiste en lavarse y desinfectarse cuidadosamente las manos para después tocarnos la punta del índice escuetamente. Con esa estrategia, ET el extraterrestre sanó con su dedo luminoso la lesión del dedo de Elliot, el pequeño que lo alojó y ayudó para regresar a su planeta. De la misma forma, mis sobrinos y yo sanamos, con las puntas de los dedos, algunas de las heridas de ausencia que esta pandemia provocó.

Además de los besos de mis sobrinos, recuperé sin mucho entusiasmo mi celular. Quien me conoce sabe que nunca he sido seguidor de dichas extensiones adheridas a los post-humanos del siglo XXI. No es la única cosa en que estoy pasado de moda; pero debo admitir que los teléfonos celulares son necesarios, al menos, para cuestiones laborales; alguno sospecha que incluso curativas.

Conservo mi número, pero parece que perdí la mayor parte de mis contactos. Si estás interesado y tienes mi número, por favor envía un mensaje a mi Whats App. Si no conservas mi número, puedes mandarme un mensaje privado. No prometo responder, pero sí mantener el dedo encendido.



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