De jóvenes y otras disidencias
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Es
un lugar común creer que en las pupilas de la juventud está la
esperanza y el futuro. Como en todos los espejismos hay seducción en
el postulado; como en todos los postulados, se enmascara quizá un
desencanto. Di clases muchos años a adolescentes: no suelo
entusiasmarme con la gente por su edad. José Saramago, uno de mis
escritores favoritos, rechazaba la fe gratuita en los jóvenes. Él
solía pensar que las cosas que realmente valían la pena llegaban
con el tiempo. Supongo que su juicio era muy adecuado para un
novelista. En su caso funcionó: publicó el libro que lo dio
a conocer a los 58 años y ganaría el Nobel de literatura 18 años
después. Su pluma era un meteoro entrañable, efectivo y senil.
Comparto
el escepticismo de Saramago. A pesar de lo que con frecuencia se
asume, la esperanza no es esa idea lejana que nos gusta anidar en las
mejillas de los niños y en el vigor de los adolescentes. La esperanza
tampoco es esa nostalgia cómoda e irresponsable que se sienta, valga
la cacofonía, a esperar que jóvenes o niños nos rediman y
hagan, en algún futuro indefinido, lo que nosotros no podemos
realizar ahora.
La
única esperanza que vale la pena es la que se rebela en contra de
esa vocación inmóvil, de ese sufrimiento abnegado. La esperanza que
reside en cualquiera —joven o viejo; decrépito o adolescente— que
sea atravesado por la impaciencia de alguna tormenta; por la
necesidad de alguna resistencia; por el escozor y la rabia ante
alguna injusticia. La esperanza que reside en una sexagenaria que
defiende a su pueblo con una piedra en la mano en Cherán, en un médico
maduro que protesta en la Ciudad de México con su estetoscopio al
cuello, en una maestra veinteañera que enfrenta a la policía en
Oaxaca. La esperanza que no se ancla en un futuro abstracto o en un
presente perdido, sino en la vigencia de un tiempo por inventar.
No
por ello deja de ser admirable cuando un joven supera el estigma de
serlo para enfrentarse al tirano. Les dejo dos ejemplos recientes
para aprender a sonreír en días de oscuridad.
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